martes, 24 de abril de 2018

EL ENEMIGO INTERIOR. EL PODER TRAS EL TRONO. Sesión 10

Hacia frío, o por lo menos el tenia frío, apenas podía sentir las piernas del tiempo que llevaba allí sentado, las muñecas atadas a su espalda estaban doloridas a causa de la cuerda que las mantenía sujetas, su cara dolorida a causa de los diversos golpes que había sufrido a manos de sus captores...

-Bueno, por fin nos conocemos, créeme que no tengo nada contra ti, pero me gusta tener un trato directo con la gente que me busca...

-Uhh, los chicos me comentan que eres un tipo duro, que no contestas a sus preguntas, pero estoy seguro que entre nosotros dos llegaremos a entendernos, solo espero que no me obligues a hacerte mucho daño antes de que seamos buenos amigos....

-Mira, ya esta amaneciendo, no podrás decir que la noche ha sido aburrida, has visto como al final nos hemos entendido, sihhhhh, no hace falta que contestes ni que me des las gracias, es lo menos que podría hacer por un buen amigo, ahora ya es hora de volver a casa, no crees...


La noche no fue nada placentera para Nikkit, a mitad de noche tubo un sueño que pareció muy real, en el en la habitación poco a poco se iban formando una ligera niebla que ocultaba el suelo de la misma, de esa misma niebla se iba formando el cuerpo de la mujer que vio salir del cuadro en la fiesta de disfraces, la mujer iba avanzando hasta donde estaba Nikkit ante la atónita mirada de Erwin, el cual no podía hacer otra cosa salvo mirar, tanto su voz como su cuerpo no obedecían sus ordenes, la mujer siguió acercándose hacia Nikkit hasta posarse encima de el, al igual que Erwin tampoco su cuerpo le obedecía, la mujer con su lengua bífida recorrió el  pecho de Nikkit  mientras sus uñas iban creciendo hasta convertirse en afiladas garras con las que poco a poco iban penetrando en la carne del Halffling a la altura de su corazón, justo en ese momento Erwin con un gran esfuerzo de voluntad consiguió deshacerse de lo que le estuviera teniendo paralizado y mediante un grito intento despertar a Ogmund mientras se encaminaba hacia donde estaba Nikkit para poder ayudarle, en ese momento Nikkit despertó de su pesadilla, estaba en su habitación, con Erwin y Ogmund mirándolo, el primero estaba de guardia y el segundo el grito de Nikkit lo había despertado, todo había sido un mal sueño, pero Nikkit comprobó que a la altura de su corazón había tres pequeños puntos o arañazos, quizás estaban ya allí y no tenían nada que ver con lo que había soñado...

Las primeras luces del día dieron paso al sexto día de Carnaval, cuando bajaron a desayunar una nota del secretario de Ar-Ulric les emplazaba en el templo a mediodía para una reunión con el Sumo Sacerdote, mientras llegaba la hora de la reunión se encaminaron hacia la Plaza de los Marciales, en ella distintas personalidades de la corte patinaban sobre el hielo que ocupaba la plaza, entre la gente pudieron ver a los dos elfos, a Rallane y a Allavendrel, a ellos se dirigieron para comentarles lo que pensaban sobre su amigo Dieter, Rallane corroboro las sospechas del comportamiento de Dieter con respecto al impuesto sobre los Enanos, aunque desconocía que la causa fuera que hubiese sido hipnotizado, ante la insistencia de Ogmund, Erwin y Nikkit, Rallane accedió a que hablaría con la prometida de Dieter y entre ambos lo intentarían convencer para que se pusiera en las manos del Her Doktor Luigi Pavarotti, mientras tanto Allavendrel acompañado por nuestros aventureros intentarían convencer a Pavarotti de que les echara una mano, para tal propósito quedaron a las 16.00 en la Real Escuela de Música donde acudiría Pavarotti, si todos conseguían sus propósitos se verían para cenar en el mejor restaurante de la ciudad, en el Ganso de la Cosecha.

De la Plaza de los Marciales se dirigieron al Templo de Ulric, allí el secretario de Ar-Ulric les condujo hasta su presencia, tras hablar con el sobre lo que vieron en el almacén y sobre la implicación de Gotthard en los actos diabólicos que allí se produjeron y de que varios altos cargos de la corte estaban siendo chantajeados para apoyar los nuevos impuestos, el Sumo Sacerdote Ar-Ulric no pudo aguantar mas y entre sollozos les contó su pecado, había roto sus votos de celibato, hacia unos ocho meses se enamoro de la amante del Graf Boris, Emmanuelle Schlagen también le correspondió, pero hará cuestión de unos dos meses una mujer Elise Kalblutig de unos 1.65 de altura esbozada en una capa amorfa que no dejaba ver sus rasgos apareció en el templo con una de las cartas que Ar-Ulric había escrito a su amante, el trato era sencillo, tenia que apoyar los impuestos que estaban aun por venir si no quería que esas cartas fueran de dominio publico, si apoyaba esos impuestos le serian devueltas en unos meses, sin esas cartas en su poder no podía hacer nada, tras haberles contado su vergüenza poco a poco fue recuperando el control sobre sus emociones, repitiendoles varias veces lo importante que era recuperar esas cartas y que nadie mas supiera de ellas, era tal su preocupación en ese asunto que antes de abandonar el templo les hizo jurar sobre la llama eterna que no desvelarían nada a nadie sobre lo que habían hablado, del Templo se dirigieron hacia la Real Escuela de Música no sin antes pegar un bocado rápido, allí estaba esperándoles Allavendrel, tras dos horas escuchando al Coro Litúrgico Luciniano por fin pudieron abordar a Luigi Pavarotti a la salida del recinto, tras contarle lo que pensaban que le podía estar sucediendo a Dieter y con la ayuda de la presencia de Wanda el Her Doktor no puso ningún inconveniente en intentar ayudarles, citándose todos para cenar en el Ganso de la Cosecha.



El restaurante estaba asentado en una de las mejores zonas de la ciudad, en el barrio de Nordgaten, regentado por el elfo Fanamis Shassaran, sus clientes todos de la alta sociedad de Middenheim incluyendo a la familia del Graf, en uno de sus reservados se reunieron con Dieter, Kirsten su prometida, Rallane, Allavendrel y Pavarotti, sin tiempo que perder el Doktor ayudado de un medallón empezó a hipnotizar a Dieter, este poco a poco entro en un sueño inducido en el cual fue respondiendo a las preguntas que se le iban haciendo, las afirmaciones que decía sobre los impuestos no eran lo que el pensaba, le habían sido impuestas, una bella mujer de nombre Chalotte era la culpable de ello, le había abordado hacia unos dos meses, un día que estaba medio borracho tomando unas copas en el Barco Teatro al lado del Estanque Negro, la mujer era pelirroja, ojos verdes, de unos 1.65 metros de altura, sin ningún acento marcado, tras contestar a todas las preguntas el Doktor hizo que Dieter despertara librándose de la sugestión a la que lo había sometido dicha mujer, Pavarotti no pudo por menos que admirar de mala gana el talento de la mujer que había hipnotizado a un hombre como aquel, tras el espectáculo que mejor que una buena cena a base de ganso relleno, la especialidad de la casa y que daba su nombre al establecimiento, regado con buenos vinos de Bretonia y con postres de frutas confitadas o ligeros bizcochos, y para terminar deleitarse con una copa del mejor coñac del Viejo Mundo, un Echte Brandenburger de 50 años, servido adecuadamente, se inhala en vez de beberse, y así entre confidencias y acompañados de una buena cena la noche fue cayendo sobre la ciudad de Middenheim.

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